A los caballeros, a las damas. A los adolescentes, a los críos y a la fauna animal. A los hijos del rock and roll, bienvenidos a este apasionante blog.
Soy un hombre o un proyecto de él como casi todos los demás; me apasiona el fútbol, ese deporte que significa algo más que veintidós hombres corriendo detrás de una pelota como lo califican algunos. Así que no quería desaprovechar mi primera entrada para dedicarme al balompié, que en los últimos tiempos, dicho sea de paso, no deja de darme disgustos (sí, soy aficionado del Betis).
Por causas aún desconocidas, Italia me entusiasma, concretamente el calcio. El país transalpino siempre ha sido cuna de grandes futbolistas... y de mafiosos. Desde este humilde espacio aprovecho para darle las gracias a Enric González, hasta hace poco periodista de El País. Y es que gracias a él he podido disfrutar en los últimos días de un libro maravilloso, Historias del calcio. Llevaba tiempo intentando conseguir un ejemplar de la citada obra, pero por una u otra razón, no me había aventurado a comprarlo. Pero como uno tiene la suerte de estar con una chica pura de corazón a la vez que sevillista, mi pareja me lo regaló ante mi sorpresa extrema al ser en el día de hoy mi cumpleaños.
Historias del calcio está compuesto por una serie de pequeños relatos, publicados en El País entre 2003 y 2007, para formar una crónica desordenada y tragicómica de la sociedad italiana, capaz de perdonarlo todo, menos el mal gusto y una derrota en un derbi.
Los italianos se consideran los inventores del fútbol, deporte al que llaman calcio (patada), como las batallas campales con balón nacidas en la Florencia medieval, y han desarrollado en torno a él muchas de sus características políticas, económicas y sociales. El calcio contiene altas dosis de violencia, pasión, fraude, dinero y disparate. Pero es también un complejo mecanismo de símbolos, un código social y, en último extremo, un lenguaje con el que un país antiguo y escéptico expresa su vieja sabiduría.
Tras leer con gozo y satisfacción el libro, quiero conocer algo más de Enric González. Cuál es mi sorpresa al descubrir que este mismo año, hace cuestión de meses, lo 'castigan' y 'despiden' del diario El País. El motivo: una columna escrita en abril en la que ataca indirectamente a los dueños del periódico, la cual el director se negó a publicar. A partir de una crítica global contra el sector empresarial, el bueno de Enric parecía cargar contra el suyo propio: "Uno lo ve todo negro. No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños". Para sacarle del puesto que ocupaba, los mandamases le encomiendan otro bien distinto: corresponsal en Jerusalén, algo nada extraño para alguien que ha ejercido como tal en Londres, Roma, París o Nueva York.
Desde el diario se vio la firma como un ataque directo. La fecha en la que columna debería haber salido a la luz pública, tuvo lugar una asamblea en la que los empleados de El País se mostraron contrarios a una reducción de sueldos, una de las medidas que se barajaban en PRISA para hacer frente a la crisis.
Empero, González dedicó alguna que otra puya al director del diario: "La dirección considera que conviene aprovechar al máximo el espacio de papel y que estas líneas serían de mayor provecho si se dedican a la televisión". El periodista catalán, fiel hincha del Espanyol se despedía de sus lectores habituales de forma escueta:
"En fin este cronista lleva unos cuantos años, seis o siete, escribiendo regularmente en las páginas de Deportes. Pese a ello, han seguido siendo las páginas mejor escritas del periódico. Ha sido un honor firma junto con los mejores profesionales del género, pero no conviene abusar. El cronista se toma una pausa, más o menos larga. Gracias por la paciencia. Hasta luego".
Jarro de agua fría para los futboleros, para aquellos que aman ese lugar donde la palabra y el balón caminan juntos de la mano. Hasta nuevo aviso, su columna en la antepenúltima de El País, ese rincón para el escépticos, no volverá a publicarse. Ni los éxito de lectores ni los premios obtenidos han sido suficientes para manterle en una seccion incómoda para Prisa desde la que González disparaba cada día con elegancia a su propia corporación en su espacio 'Cosa de dos', donde escribía más o menos de lo que quería con un tono mordaz y cínico. Anteriormente, deleitaba los lunes con 'Cenizas de fútbol'. González consideró que "no hay que preocuparse si desaparece del periódico alguna información, cada uno tiene la suya. Hace falta más información y, dentro de mis posibilidades, en mi nuevo destino, intentaré conseguirla, comprenderla, escribirla y publicarla", a modo de despedida.
En fin, querido Enric, te acabo de conocer... y ya te echo de menos.
http://www.caspa.tv/archivos/001261.html (ENTREVISTA A ENRIC GONZÁLEZ)